Claudia Dyboski, la artista que convierte lo irreal en algo físico
- Laura Colmenero
- 24 mar 2023
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 14 may 2023

Claudia Dyboki en el CO-OP/Club del videojuego en el EACC. Laura Colmenero.
El Espacio de Arte Contemporáneo de Castelló (EACC) cede a los videojuegos un rato cada mes. En febrero, la invitada fue Claudia Dyboski. La joven artista valenciana llenó con una presencia tranquila y fuerte la sala cedida por el EACC. Una fanática de los animales que ha encontrado inspiración en la ficción, en series de animación como Hora de Aventuras y el infinito mundo de los videojuegos. Su obra se compone de criaturas imposibles, orgánicas y espectaculares.
"Empecé a estudiar Bellas Artes pensando que quería aprender a dibujar y pintar", afirma mientras mira al frente con una sonrisa, puede que recordando aquellos tiempos. Le da una calada a su cigarro de tabaco de liar, y continúa: “Me di cuenta de que no me gustaba nada dibujar, y se me daba fatal”. Parecía una historia destinada al fracaso, sin embargo, fue el inicio del éxito. “Empecé a hacer escultura y se me fue la cabeza”, reflexiona. Dyboski encontró en el trabajo manual, los materiales, y la deconstrucción su forma de expresión.

Claudia Dyboski dirigiéndose al público del taller. Laura Colmenero.
Durante el taller, se dirige con simpatía a los niños que hay presentes, en valenciano, con un deje de acento catalán: “Jugais al Fornite?”. Su taller es una reivindicación del valor cultural de los videojuegos, como algo más que simple entretenimiento. Los videojuegos han sido necesarios para su inspiración, para crear su obra. “Una cosa que valoro mucho de los videojuegos es la forma tan inmersiva que tienen de transportarte a otro mundo”, declara. Le da un gran valor como artista, ya que ella intenta “reproducir eso en la vida real”.
“Una cosa que valoro mucho de los videojuegos es la forma tan inmersiva que tienen de transportarte a otro mundo”
"La vida te lleva hacia donde tú quieres", comenta. Reconoce que fue “duro” equivocarse, o, más bien, reconducir su carrera hasta encontrar en la escultura lo que realmente le gustaba, pero matiza: “Fue duro a nivel primermundista, por las ilusiones de una persona joven, pero pasa con cualquier carrera”. Sin embargo, agradece la confusión de aquellos años en los que su carrera no parecía ser lo que ella buscaba. “Gracias a eso soy quien soy ahora”, afirma.
“En el contexto de València me hice amiga de algunos comisarios que me empezaron a montar algunas expos”, cuenta. Esas exposiciones fueron bien, y pudo seguir creciendo con su obra. “Fue todo muy orgánico, no me lo esperaba”, reflexiona, mientras sigue llevando su cigarrillo a la boca. Y ahora, es la invitada de la actividad del EACC, en la que su PSVita cobra protagonismo.


La PSVita, según comenta, es una consola que no tuvo éxito por su dificultad a la hora de desarrollar videojuegos para su formato. Cobró importancia cuando ya estaba descatalogada. “Hubo personas que consiguieron hackear la consola y la convirtieron en una pieza de hardware abierta a todos”, cuenta. Una consola que actualmente permite “emular juegos para diferentes plataformas y acceder a toda la cultura de los juegos”. Es su consola favorita. Entre ellos, el Undertale, un juego independiente, es uno de sus favoritos. Un juego con el que reconoce haber aprendido cuestiones morales y que sirve de ejemplo de juego que no cumple con lo convencional. No pretende entretener y el objetivo final, es no haber atacado a nadie. Es un juego que, al final, tiene una finalidad contraria a cualquier otro juego. “Gracias a este juego he aprendido una forma nueva de relacionarme con los demás y de ser mejor persona”, concluye.

Claudia Dyboski mostrando el libro de arte del LSD. Laura Colmenero.
“No era un juego, era un obra de arte muy sensible y muy rara”
Pero la razón de ser de esta sesión, es el LSD, un simulador de sueños. Es un juego ignorado durante décadas, que ha resurgido en los últimos años. Tampoco buscaba ser un juego para entretener, sino que quería explorar las posibilidades de la programación y de los entornos. “No era un juego, era un obra de arte muy sensible y muy rara”, matiza Dyboski. Muestra cómo funciona el juego mientras explica a los invitados sus curiosidades. “El mundo de los videojuegos está lleno de profesionales que consiguen meterte en esa historia”, declara, mientras se queda con la vista anclada en la consola. Reivindica su valor cultural. La artista se ha movido desde Barcelona, donde reside actualmente, para dar a conocer una muestra del arte de los videojuegos. “Para mí es muy importante hablar de videojuegos y darles el respeto que merecen”, concluye, después de haber conseguido impregnar el EACC del reclamo cultural que son los videojuegos.
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