Un escenario de gritos, cerveza y transfeminismo
- Laura Colmenero
- 22 jun 2023
- 3 Min. de lectura
El Tremenda Fem Fest se celebra en la Sala Because, con artistas como Tampó d’Aspart, Atorrak y Le Bizarre

Cantante de Tampó d'Aspart en el Tremenda Fem Fest. Laura Colmenero.
Una calle cualquiera de la ciudad. Son poco más de las siete de la tarde. Ellas se acumulan en la puerta. Fuman tabaco de liar. Están esperando a empezar. Mientras, beben cerveza. Poco a poco llegan más. Llenan de gritos la calle cuando se saludan entre ellas. Abrazos y besos. Ya están listas. Las rejillas y las transparencias protagonizan la vestimenta. Dentro de la sala Because, la ropa negra y los estampados llamativos son la esencia. El ambiente es oscuro, aunque una luz roja intensa lo cubre todo en un manto casi siniestro. Las primeras se preparan para empezar. Venden tote bags y camisetas decoradas. Empiezan a llenarse las manos del público de botellines de cerveza. Atorrak se presenta con un bajo, una batería y dos voces. El Tremenda Fem Fest empieza.
Un dúo que es humor. Se ríen de ellas, de los skaters, de los otakus. Moños y coletas, el pelo decolorado se mueve al ritmo de la música. Se alzan brazos tatuados. Y ellas combinan sus voces en el escenario. Gritos, arcadas y risas. Y recuerdan: "Hagas lo que hagas, no te folles a un facha". No hay vergüenza aquí. Un lugar seguro, respetuoso y amigable. Y la camiseta blanca se va fuera. Cinta aislante negra en cruz. Y con un "recordad que si veis tetas tenéis que pagar 60 €", se despiden.
Y de nuevo se dispersa la sala, mientras las siguientes se preparan. Un murmullo de voces. Música que ameniza. Se suben al escenario.
Empiezan. Y con un salto, se mezcla con el público, el pogo es de ellas. Tampó d'Aspart lo llena todo de energía infinita, que contagia con gritos y movimiento incesante. Rodillas sangrantes. Son incontrolables. Una vocalista que vibra como las cuerdas de la bajista, que se une a su micrófono con furor. Beben latas de cerveza rojas sobre el escenario. Y generan una conversación constante con el público, que se entrega, que se une a ellas, que se mueve con la misma rabia y energía. Mientras, Íñigo Errejón está ahí detrás intentando averiguar el sentido de la birra. Como las que pasan del público al escenario, que comparten latas y bebida. Los patinetes eléctricos merecen la burla. Hay uno en la sala. Es del técnico de sonido. No podía ser otro. Lo hacía bien, es una pena. Todos se dirigen a él, se convierte en el objetivo. Un abrazo después, y las paces.
Ellas hacen porno punk, no hay vergüenza por los cuerpos, por la sexualidad, por todo lo que es natural. Y adiós también al amor romántico. La carga ideológica brutal de las canciones, salpicadas con humor. Lanzan a gritos un mensaje importante. El micrófono no es de ellas. Es de todas.
Y dejan el escenario caliente mientras empiezan a recoger los instrumentos. Vacían el escenario. Todo se llena de silencio, cuando empieza un discurso sobre Franco. Le Bizarre aparece. Un manto negro sobre su cabeza. Cubre su sexo con esparadrapo. No le define. Y la mirada se dirige hacia el público. Con una actuación intensa, penetra. Ojos fijos en su figura. Silencio. Un plug descansa en el escenario. Se retuerce, se estira y se contrae. Es un cuerpo contra un discurso. Se acerca al plug. Contrae el rostro, alguien exclama en su lugar. Se gira. Y una foto de Franco se asoma tras de sí. Y grita con rabia ante las palabras que escucha. Hasta que deshace su propia imagen. Las perlas alrededor de sus ojos se despegan, caen. Hasta apagar el discurso, y su performance.
Y lo bonito de este encuentro, la hermandad y la amistad. Se abrazan entre ellas. Una foto de grupo. Risas. Más abrazos. Y empieza la noche. Sesión de Dj's. Y esa calle cualquiera de la ciudad, de nuevo llena. Corren las cervezas. Esto acaba de empezar.
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