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La inestabilidad de la creatividad encuentra un lugar propio con Eva Cascos

  • Foto del escritor: Laura Colmenero
    Laura Colmenero
  • 6 jun 2023
  • 4 Min. de lectura

La creadora del Atelier la Huella pasó de una vida tranquila a vivir de lo que le apasiona


Cartel en la entrada del Atelier la Huella. Laura Colmenero.

En una calle céntrica de Castellón hay una pequeña casita con fachada de color violeta. Una puertecilla de madera blanca da la bienvenida, y una ventana a través de la cual se ve un torno, unos cuantos dibujos y un pequeño escritorio. Se trata del Atelier la Huella, regentado por Eva Cascos. Es un pequeño espacio de arte, donde se concentra la sensibilidad de la artista y la pasión por traer a la ciudad un poco de cultura.


Calle donde se encuentra el Ateliera La Huella. Laura Colmenero.

Recibe tras la puertecilla una mujer con el pelo recogido en una trenza y unos pendientes dorados, llamativos. Transmite tranquilidad, serenidad, sensibilidad. Y muestra su espacio, mientras se disculpa por el desorden. Un desorden natural, provocado por el trabajo, por unas manos que no paran de tocar aquí y allá, de pintar esto y aquello, de trastear con lo otro. Hay un escritorio grande en el piso de arriba. “La casita es muy cuca, pero los espacios son reducidos”, comenta Cascos, que ha dado en pocos metros cuadrados cabida a un taller, con una sala dedicada al aprendizaje, donde organiza talleres y cursos.

Ella es transparente, no le importa hablar de su experiencia, de sus altibajos.

Estuvo trabajando en la banca durante casi dos décadas, hasta que la crisis del 2008 turbó la tranquilidad de tantas vidas. Dejó su trabajo y empezó a estudiar Bellas Artes y creó ese pequeño espacio de expresión en el que ahora trabaja. En su caso, aquel momento de incertidumbre le dio la oportunidad de huir para llegar adónde quería estar. “Durante todo ese proceso que yo estaba en la banca había otro carril en el que eso estaba latente”, afirma. “Eso” no es otra cosa que el dibujo y la pintura, la sensibilidad de unas manos artistas, y la necesidad de introspección. Tuvo que ocurrir algo que le impulsara a comenzar un nuevo camino. “Dibujaba y pintaba en mi tiempo libre, pero no me lo había planteado porque mi vida estaba ya muy encarrilada”, explica. Hasta ese momento en el que las vidas de todos llegaron a un mismo punto de inestabilidad. Por aquel entonces, cuenta que ya estaba pasando por algunos cambios, y aunque no fue una decisión fácil, concluyó que “también podía cambiar de trabajo”.

“Dibujaba y pintaba en mi tiempo libre, pero no me lo había planteado porque mi vida estaba ya muy encarrilada”

Su historia marca el cambio de pasar de una vida completamente enmarcada a la inestabilidad de quien decide dedicarse a lo artístico. Aunque ella aclara: “Lo extrapolaría a cualquier persona que quiera embarcarse a emprender, a un proyecto propio”. El deseo latente que anima a emprender para seguir adelante es lo que le impulsó a ella a cambiar de rumbo. “A veces lo que se supone que es mejor para uno, no lo es”, reflexiona, mientras recuerda esa vida que dejó atrás, que le proporcionaba seguridad, pero no felicidad.

O por lo menos, no tanta como la que siente actualmente.

La seguridad es algo que nos creamos mentalmente, pero realmente de seguridad no hay nada”, asegura. En su experiencia, ella puede afirmar: “Lo seguro es que uno intente investigarse y desarrollarse en lo más propio y que en ese camino encuentre sus formas y sus lugares”. Aunque, como en todo, ambas realidades tienen sus pros y sus contras. Ella reflexiona sobre su estaba en la banca, y reconoce que este no es un proceso lineal, en el que cumplir su sueño lo es todo. Actualmente piensa a menudo que se ha “equivocado”, como una piedra pequeña con la que tropieza en su camino. Sobre todo “por el tema de la estabilidad, en un futuro”. Pero aunque esas inseguridades afloren, ella escogió arriesgarse, y tiene mucho más valor aquello que le ha aportado, que le hace estar segura de que está haciendo lo correcto. “Hasta el día de hoy haber tomado esa decisión me ha traído muchas alegrías”, reconoce, pero aunque le apasione, advierte que no es un camino fácil.

“Lo seguro es que uno intente investigarse y desarrollarse en lo más propio y que en ese camino encuentre sus formas y sus lugares”

Su experiencia personal le llevó a interesarse también por la psicología, lo que le ha llevado a unir dos de sus pasiones. Ejerce de terapeuta, en talleres en los que da herramientas creativas para comprender los estados de ánimo. Tiene claro que las personas deben “tomar conciencia de que están en un lugar donde no son felices”, ya que muchas continúan en trabajos donde no lo son, por mantener esa estabilidad económica. En su caso, decidió apostar por lo nuevo, lo que no conocía, y aunque hubo algunos que no comprendían su decisión, otros la apoyaron. “¿Sabes qué pasa? Que todo el mundo queremos lo de la otra orilla”, afirma con contundencia. Se trata del “deseo insatisfecho” que hace que lo de los demás parezca mejor opción. Pero ella lo tiene claro: “Es necesario, porque es lo que nos mueve constantemente a querer conseguir algo”.

“Mi lenguaje, desde muy pequeña, es dibujar”

Y en su taller, hay un espacio para las personas inquietas, que se preguntan lo que sienten, lo que quieren conseguir. Es algo más que una casita que ella ha acomodado para que le sirva de estudio. “Acercar también esa mirada y esa sensibilidad también es muy cultural”, comenta, y cree que es necesario que nos fijemos un poco más en aquello que es artístico y que ataca directamente a la sensibilidad. “Mi lenguaje, desde muy pequeña, es dibujar”, pero dedicó demasiado tiempo a aquello que se esperaba de ella, a ”ganarse la vida”. Pero actualmente impulsa la creación y el arte, a favor de aquellos que todavía tienen mucho tiempo por delante para reencontrarse.


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